miércoles, noviembre 26, 2003

Se abre el dilema de tecnología social o sociedad tecnológica

Cada vez es más evidente la necesidad que tiene el ciudadano común del dominio de cierto conocimiento técnico para desenvolverse con soltura dentro del entorno multimedia.

Pero, ¿es realmente el desarrollo de la tecnología lo que está cambiando a la sociedad o es la sociedad la que demanda una evolución cada vez más rápida de los medios electrónicos?

Los años que cierran y abren el milenio se han convertido en el escenario de una increíble evolución de las nuevas tecnologías a todos los niveles. Ésta idea, como todos sabemos, no aporta nada nuevo que no se haya dicho en innumerables ocasiones: las nuevas tecnologías están cambiando a la sociedad. Pero, ¿hasta qué punto es eso totalmente cierto? ¿Es realmente el desarrollo de la tecnología lo que está cambiando a la sociedad o es la sociedad la que demanda una evolución cada vez más rápida de los medios electrónicos?

Las nuevas generaciones exigen cada vez más avances tecnológicos: mejores y más rápidos ordenadores, teléfonos móviles más funcionales (hoy en día no se sabe si se lleva un teléfono móvil con cámara de fotos o una cámara de fotos con teléfono incorporado), agendas Palm, leer bitácoras o weblogs, y utilizar programas que cada vez son menos específicos porque unos integran las funciones de otros (seguro que llegará un momento en que con un solo programa se puedan llevar a cabo todas las posibilidades en cuanto a tratamiento de textos, imágenes, audio y vídeo se refiere).

Y qué decir de los medios de comunicación. Eso es otra historia. Leí una vez en un libro una parodia de un texto de Quevedo que se reconoce enseguida: "Érase un periodista a un ordenador pegado...". Con esto se resume la gran importancia que tiene para cualquier medio de comunicación el uso de Internet como vehículo de contacto con el resto del mundo, y como fuente y canal de intercambio de información. Pero voy más allá. La aparición de nuevos canales y medios de transmisión (ondas electromagnéticas, cables de fibra óptica, ondas de luz) ha provocado una revolución en el ámbito de la comunicación. La posibilidad de realizar intercambios en tiempo real, esta transformando las costumbres y las formas de expresión lingüística y de comunicación.

El fax, el correo electrónico, la vídeo-conferencia y, por supuesto, Internet, han transformado los tradicionales modos de intercambio comunicativo: el emisor codifica su mensaje para receptores desconocidos que se encuentran en cualquier parte del mundo, y éstos, a su vez, tienen acceso rápido y fácil a toda clase de información. Ha aparecido también lo que denominamos como Hipertexto, que no es más que un documento multimedia que permite al receptor interactuar con la información (algo no tan innovador si contamos con que hay, en la literatura, diversos escritores que han utilizado técnicas cercanas al hipertexto -más primitivas, por supuesto- con las que ofrecen diversas vías para acceder a la lectura: esos libros infantiles que te permitían elegir tu propio final).

Con esto, el receptor de una página de Internet tiene la posibilidad de obtener una información a su medida, cómo y cuándo él quiera, y no tal y como el emisor se lo presenta. Es la información personalizada. Lo que está claro es que hoy en día no se es nadie si no recibes un sms, mandas un e-mail o visitas una u otra página web, haces fotos con tu cámara digital o formateas un disquete. Poco a poco la gente se va atreviendo cada vez más a comprar por Internet y la información que se ofrece (siempre y cuando hablemos de sitios con cierto prestigio y calidad) es cada vez más fiable.

Todo este proceso de cambio social, inducido por los medios de comunicación multimedia (o viceversa, lo dejo a su elección) está provocando, como es de esperar en toda revolución social, un cambio en el leguaje: una alfabetización tecnológica. Las nuevas expresiones derivadas en su mayoría de la informática y las telecomunicaciones (provenientes, como no, del inglés) desbancan a otras expresiones castellanas que, aunque equivalentes, caen en desuso no se sabe por qué. Al mismo tiempo, cada vez es más evidente la necesidad que tiene el ciudadano común del dominio de cierto conocimiento técnico indispensable para utilizar estas herramientas tecnológicas y desenvolverse con soltura dentro del entorno multimedia y de la propia sociedad. Estamos ante una evolución del lenguaje, de la sociedad y de los medios, que van tan íntimamente ligados entre ellos que uno no puede vivir sin el otro. El desarrollo de la tecnología requiere un desarrollo de la sociedad (y al contrario), que implica un cambio del lenguaje y las costumbres. Es algo latente y necesario. Forma parte de la evolución.